junio 6, 2024

Barbie sigue arrasando. Y no me extraña.

Entre una campaña de marketing que supo inteligentemente cautivar nuestra atención, un reparto que atrae al público y la curiosidad nostálgica que acompaña al nombre de la muñeca, el éxito estaba más que asegurado. Sin embargo, mientras la comedia sigue pintando la taquilla de color rosa y la industria planea imitar el fenómeno con otros juguetes, surge un agujero negro que deja a Hollywood flotando en un abismo. Como si jamás hubieran pronosticado el éxito mundial de Barbie.

La película protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling acumuló otros $33.7 millones en Estados Unidos el pasado fin de semana, alcanzando una recaudación doméstica que asciende a los $526.3 millones y que, sumados a los $657.6 millones acumulados en el resto del mundo, nos coloca ante un total espectacular de $1.183 millones. Es decir, un fenómeno en toda regla para ser una comedia dirigida por una mujer con cifras que suelen ser exclusividad de los blockbusteres de acción.

No obstante, mientras Warner Bros. y las salas de cine disfrutan del buen momento económico, surge una realidad que abofetea al mercado con un golpe de realidad preocupante. Y es que según una encuesta realizada The Quorum (vía Variety), un servicio de seguimiento de películas que encuestó a 1.800 espectadores que vieron Barbie en cines de EE. UU. a lo largo de las últimas tres semanas, el 11% declaró que “no podía recordar la última película que había visto en un cine”. Mientras que otro 11% dijo que Barbie era la primera película que veían en un cine desde que comenzó la pandemia en 2020.

A su vez, la empresa estima que ese 22% de espectadores supondría un total de 9 millones de personas que habrían pisado una sala de cine por primera vez en mucho tiempo y solo gracias a Barbie. En otras palabras, podríamos suponer que ese 22% ni siquiera se habría sentido atraído por otros fenómenos recientes como Super Mario Bros: La película, Avatar: El camino del agua o Top Gun: Maverick, ni por la conversación que generaron, interés o éxito global. Sino que tuvo que llegar el fenómeno rosa y su campaña de marketing para atraerlos de nuevo hasta las salas de cine.

El resto de la encuesta revela datos más positivos para la industria del cine, como que un 46% dijo que va al cine “todo el tiempo” y un 32% que “va de vez en cuando”. Sin embargo, lo más relevante de esta encuesta es que un 40% dijo que la experiencia de ver Barbie en salas les recordó lo mucho que les gusta ir al cine y que, ahora, irán más seguido. Un 45% aseguró que les gustaría visitar el cine con frecuencia, pero el costo es un problema y que, por eso, haría falta “otra película tan excitante como Barbie” para que volvieran. Por último, si bien solo un 15% dijo que “no piensa que ver Barbie suponga que vayan a ver más películas en cines”, creo que los datos más importantes los encontramos en el interés de un 85% de seguir repitiendo la experiencia.

Y así, llegamos al problema. Porque si bien esta encuesta debería suponer buenos augurios y aires esperanzadores para la industria del cine tradicional, que se vio tan afectada por la pandemia y los cambios de consumo impuestos por la moda del streaming, existe una realidad que sirve como balde de agua fría para todo Hollywood y esos espectadores que resucitaron su amor al cine gracias a Barbie. Y es que si observamos el calendario de estrenos podemos llegar a la conclusión de que la industria no se preparó para el fenómeno de Barbie. O que, al menos, no tuvo en cuenta el interés resucitado de una parte del público que volvió a los cines gracias a la muñeca de Mattel, y que ahora no podrán repetir la experiencia a falta de otros fenómenos del mismo calibre.

Por lo tanto, si algo nos demuestra esta encuesta y el fenómeno rosa es que ni el cine de superhéroes, ni secuelas millonarias o Tom Cruise abarcan el interés general de los espectadores. Sino que hacen falta fenómenos como Barbie que generen conversación, pero, sobre todo, curiosidad por ver algo que pronostica ser original para despertar las ganas de todo tipo de público. Sin embargo, ahora que esas ganas han resucitado gracias a Barbie, ahora que una parte de los espectadores se animó a volver a los cines, nos encontramos con el vacío de fenómenos que tiene Hollywood entre manos. Al menos a corto plazo.

Porque mientras a Gran Turismo le llueven las criticas tibias con una propuesta entretenida pero previsible, y Blue Beetle lo tiene difícil tras el agotamiento de la saga Transformers, nos quedan producciones llamativas para diferentes grupos de público, pero nada que suplante la campaña, interés y curiosidad de Barbie. En teoría, nos toca esperar hasta el mes de octubre para revivir la curiosidad cinéfila que podrían resucitar El Exorcista: Creyentes que funcionará como secuela directa del clásico de terror, y Los asesinos de la luna, el drama que reúne a Martin Scorsese con Leonardo DiCaprio y que recibió ovación de la crítica tras su estreno en el Festival de Cannes.

Y esto es un problema para Hollywood. Porque justo cuando Barbie logró revivir el interés por el cine tradicional entre espectadores que no habían pisado una sala desde la pandemia, o ni siquiera se acuerdan de la última vez, esas ganas resucitadas ahora se podrían apagar de nuevo a falta de experiencias que ofrezcan fenómenos como Barbie en las próximas semanas. Y después de las pérdidas provocadas por la pandemia, cualquiera pensaría que la industria estaría más preparada para exprimir el fenómeno de Barbie. Que tendrían producciones alineadas para tomar el testigo y mantener con vida la pasión cinéfila finalmente resucitada.

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